Todas las ciudades españolas se encuentran expuestas a un periodo estival, que ahora comienza, extremadamente caluroso. Las áreas urbanas, especialmente las más densas, se transforman en los meses de verano en acumuladores de calor. Los muros de las fachadas se calientan durante el día con los rayos solares y por la noche sueltan ese calor acumulado a la atmósfera, lo que convierte a las viviendas en un horno insoportable, en el que es imposible bajar la temperatura.
La ciudad se ha convertido en una isla de calor. Los habitantes se desesperan y colocan en sus ventanas aparatos de aire acondicionado que aumentan el calor todavía más en las calles (y merman el presupuesto familiar). Los más afortunados huyen a la costa buscando la brisa marina o se van a los pueblos a disfrutar de las casas de abobe que, esas sí, mantienen el frescor en el interior a causa de sus gruesos muros y su excelente aislamiento.
Estamos viendo que la temperatura de nuestra ciudad aumenta cada año y cada año se baten nuevos récords de temperatura. “Este verano meteorológico suma en España 552 récords de temperaturas tanto diurnas como nocturnas” señalaba un artículo muy documentado publicado en El Norte de Castilla el 09-09-2023. Efectivamente, el año pasado se vivieron noches sofocantes, no solo en Valladolid, en toda España.
Sin lugar a dudas el cambio climático está acelerando el efecto de calentamiento de las ciudades, pero la responsabilidad principal de la alta temperatura de las viviendas está en la forma en la que estas fueron construidas y los graves defectos en la construcción de los edificios y su urbanización. Y por ello la respuesta está en corregir lo que se ha hecho mal. En primer lugar, es necesario contar con sistemas de protección contra las radiaciones solares, ya sean toldos o arbolado frente a las fachadas o ambas cosas a la vez. En segundo lugar, es esencial el aislamiento térmico del edificio. El objetivo principal es que los edificios no se encuentren tan expuestos a los efectos de los rayos solares en verano y aislarlo de la temperatura exterior, y así reducir drásticamente la temperatura en su interior y mejorar el bienestar, la salud y la economía de los habitantes.
No podemos pensar que haya una sola solución universal, válida para todos los casos. Cada edificio es un mundo, que se ve determinado por la época de su construcción, los materiales del momento, la forma, la orientación, el entorno. El dinero de cada cual que esté dispuesto a gastar en la mejora es también determinante. Pero no es solo una cuestión de dinero, la capacidad de mejorar el espacio público y su urbanización es también de gran importancia y ahí entra el organismo municipal y su sensibilidad a la hora de paliar los sufrimientos de sus ciudadanos.
Una de las soluciones más sencillas es plantar grandes árboles caducifolios delante de las zonas expuestas al sol de los edificios, cuando esto es posible. De esa manera los árboles darán sombra en verano y permitirán el sol en invierno. Destaca en nuestra ciudad la falta de acierto a la hora de utilizar la sombra de los árboles para mejorar la vida de los ciudadanos. Una política adecuada sobre los árboles urbanos podría ayudar a reducir la temperatura y aliviar los peores momentos de agobio. Los árboles nos protegen de la contaminación, del polvo, y reducen la temperatura del aire y su sequedad. Al mismo tiempo facilitan la vida de los animales y aumentan la biodiversidad. Los árboles juegan un papel esencial en la consecución de un medioambiente más sano, especialmente en las zonas urbanas. Con su sombra reducen la temperatura del aire (hasta 10 grados menos), funcionan como un aparato de aire acondicionado natural, pues por medio de la evaporación del agua a través de sus hojas, enfrían el aire y lo humedecen. (https://www.arborday.org/trees/index-benefits.cfm).
La colocación de los árboles apropiados (de hoja caduca, de altura suficiente, etc.) delante de los edificios residenciales, en las fachadas orientadas al sur y al oeste, es una medida barata y factible en muchos edificios en Valladolid, que no aumentaría el gasto del Ayuntamiento en jardinería. Por un lado, es destacable que los árboles así colocados, reducirán la temperatura del aire y de las fachadas en verano, ya que darán sombra en verano y permiten el paso de los rayos solares en invierno, calentando la casa en los meses más fríos. Estos árboles adecuadamente colocados permitirían grandes beneficios a la hora de reducir el soleamiento durante el verano y con ello la bajada de la temperatura en el exterior e interior de los edificios.
Hay ejemplos muy claros de los beneficios que se obtendrían en lo que respecta a la bajada de la temperatura en el exterior e interior de los edificios. Algunos de estos ejemplos merecen ser destacados:
- Los edificios de la calle Esgueva números 11, 13 y 15, y su prolongación en Juan Mambrilla números 1, 3 y 5 no están suficientemente protegidos en la actualidad por la sombra de los árboles de la calle. Las calles citadas son el resultado de una reforma de alineaciones que ensanchó la estrecha calle medieval para darla una anchura de más de veinte metros. La nueva urbanización permitió la colocación de espacios para arbolado, aunque desgraciadamente se colocaron aligustres y prunos, árboles de pequeño tamaño, que además son podados todos los años por el servicio municipal, lo que mantiene su tamaño enano. Como se ve en la fotografía la sombra de los aligustres alcanza apenas al local comercial de la planta baja (Fig. 1). Un signo claro del sufrimiento térmico de los habitantes de estos pisos son los toldos que exhiben casi todas las ventanas. Árboles más altos aliviarían los sufrimientos de los vecinos de las plantas altas y reducirían su gasto energético enfriando el interior y en consecuencia harían más soportable la factura de la luz.
2. La plaza de la Rinconada es otro ejemplo de mala utilización de la vegetación. En este caso tenemos árboles situados frente a varios edificios orientados al sur. Son plátanos que fueron podados para formar una techumbre horizontal, uniendo las ramas unas a otras y así formar una cubierta vegetal, tan de moda en nuestras ciudades en el siglo pasado. Hoy tendrían gran altura si no hubieran sido sistemáticamente podados año tras año. Los árboles de la plaza de la Rinconada son plátanos que podrían haber alcanzado la altura suficiente para dar sombra a los edificios de los números 5, 6, 7, 8, 9, 10 y 11 de la plaza de la Rinconada, los cuales tienen una altura de Baja + 3 y Baja + 4, es decir, no más de 16 metros de altura el más alto, cuando los plátanos pueden alcanzar los 25 metros. Esos edificios, con una orientación al sur (del 5 al 9) y al oeste (los números 10 y 11), pueden alcanzar más de los 45 grados en los meses de verano si no tienen medidas especiales de protección contra el sol (Fig. 2). El problema es que ya nadie en el servicio de Jardinería pretende recuperar el proyecto histórico de una cubierta horizontal, a pesar de lo cual, se siguen podando ciegamente cada otoño estos árboles, sin entender que sería un gran beneficio dejar crecer las ramas hasta que alcanzasen su altura natural.
3. La avenida de Salamanca es otro ejemplo en el que se puede ver el abrasamiento de los residentes en los pisos orientados al oeste en los días y noches de verano. En ellos vemos también la unanimidad de los toldos en la mayoría de los edificios orientados al oeste, lo que pone de manifiesto las altas temperaturas que se alcanzan en dichas fachadas y en el interior de las viviendas. La construcción de Huerta del Rey, a causa de la técnica constructiva en los años sesenta del siglo pasado, no tiene los sistemas de aislamiento térmico actuales. De manera que el calor se propaga al interior a través, no solo de las ventanas, sino también de los muros. Los árboles plantados en los jardines tienen varios problemas, teniendo en cuenta el efecto de su sombra sobre los edificios: no cubren la totalidad de la fachada, existiendo grandes lagunas; los hay pequeños y grandes, de diversas especies, destacando algunos de hoja perenne (pino piñonero, pino negral, cedro, etc. que dan sombra en invierno); otro problema es que los árboles están plantados a gran distancia de los edificios, por lo que su sombra alcanza solo a las fachadas en las últimas horas de la tarde. (Fig. 3).
Este problema lo encontramos en numerosas calles en Valladolid, también en barrios nuevos con edificación y urbanización reciente. Muchas calles (Vega Sicilia, Los Vinos de Ribera, Alcaparra) tienen anchuras suficientes, pero los árboles plantados en sus aceras son pequeños o enanos (prunos, acacias, aligustres, catalpas, etc.). En otros casos no tienen arbolado que los proteja o se encuentra a una distancia tan grande de la edificación que su protección es mínima (calles Tierra de Soria, Mandarino).
4. Un ejemplo positivo muy destacable, que responde con claridad y eficacia a la protección de los edificios de la radiación solar con arbolado de gran porte es la calle General Francisco Ramírez, (Fig. 4), protegiendo buena parte de las viviendas. La altura excesiva de la edificación impide que la sombra de estos árboles alcance a los últimos pisos, si bien protege a la mayoría de la superficie de la fachada. Se trata de un proyecto de urbanización y ajardinamiento (con varias propuestas, como por ejemplo la creación de un jardín con plantas aromáticas) realizado con ocasión de la restauración de la iglesia de San Agustín por los arquitectos Primitivo González y Gabriel Gallegos. Un ejemplo a seguir en muchas calles de Valladolid.
En suma, sería conveniente que desde el Ayuntamiento se realizara un plan sistemático para luchar contra el excesivo calentamiento de los edificios en verano, que pusiera especial atención en los diseños de las urbanizaciones y su vegetación, con el objetivo de incluir en las nuevas calles o en las calles reurbanizadas, filas de árboles de gran porte delante de las fachadas, de hoja caduca, situados a una distancia óptima (entre un mínimo de 7 metros y un máximo de 15 metros de los edificios), plantando las especies más adecuadas, lo cual aliviaría los problemas térmicos de los edificios sobre los que arroja sombra. Y con ello mejoraría la vida de sus ocupantes.
José Luis Sainz Guerra