Hizo la presentación de las ponentes Susana Ordóñez, quien destacó el papel que habían desempeñado las dos en el proceso de toma de conciencia de la población de algunos núcleos del valle del Esgueva frente a los problemas de las instalaciones de las energías renovables en el medio rural. Ambas pertenecen a la Plataforma Vecinal Defensa del Valle Esgueva. Explica que Castilla y León es uno de los territorios más ocupados por estas instalaciones y la población empieza a ver los problemas. “Ya tenemos incluso casos de corrupción de las autoridades en las energías renovables”, dice recordando la trama eólica en la que estaban involucrados altos cargos del gobierno autonómico.
Inicia la intervención Elena Fraile, agradeciendo a ACCS la invitación a este acto. Comienza hablando del caso de Renedo de Esgueva, donde había alarma social una vez instaladas las primeras dos plantas de energías renovables (ER) y la población empezó a observar el impacto de las instalaciones en el municipio. Y habiendo sido proyectadas otras dos de similares características, la tercera y la cuarta, que ocuparán el valle del Esgueva desde Atenea a Casasola. Según decía todo el mundo, no se podía hacer nada para pararlo. Pero también decían, ¿cómo puede ser esto? El problema era comprender el proceso legal, las autorizaciones, los expedientes de las empresas, las conversaciones con los ayuntamientos y la ocupación sin freno de zonas muy extensas de instalaciones de placas fotovoltaicas, superando la superficie que tenían el suelo urbano y el urbanizable. La fórmula era intervenir en pueblos pequeños, manejados por grandes empresas y grandes intereses. Gracias al asesoramiento de Helena Sánchez-Reyes se empezaron a presentar escritos, alegaciones, empezaron a aprender a toda velocidad. Ahí empezó la organización de defensa del paisaje, de los usuarios, con la creación de perfiles en redes sociales. Lo que se preveía daba miedo, daba miedo ver el boletín oficial, donde se iban anunciando las grandes instalaciones en pueblos pequeños, como Hornillos, con plantas de renovables de 81 Ha. Surgió entonces el eslogan: “Renovables sí, pero no así”. A partir de ahí se empieza con contactos con otras asociaciones del mismo tipo en otras regiones españolas, plataformas nacionales, etc.
Interviene a continuación Helena Sánchez-Reyes. “¿Qué está ocurriendo?” pregunta al público asistente al acto. “¿Hay alguien que imagine la ciudad en el siglo XXI sin planificación?” La transformación territorial que provocan las grandes plantas de ER, cuya instalación se está produciendo ahora, representa la alteración de usos del suelo más grande de la historia. Empieza entonces a describir los tamaños de los parques y su correspondencia con las potencias de energía eléctrica. La altísima demanda de energía requiere de grandes superficies. La gente no cree que este fenómeno no esté planificado. Los especialistas dicen que hay un mapa, (lo muestra en la pantalla); en este mapa todo el territorio es apto para la instalación de parques de energías renovables, salvo los espacios de altísimo valor ecológico. El resto es susceptible de ocupación. “¿Es eso planificar? ¿Qué es planificar?” pregunta al público. Planificar es ponderar los valores del presente y el desarrollo futuro, los valores del territorio, las oportunidades, la tradición y el paisaje, valorar la capacidad económica del territorio, la producción agraria, y también la cultura. Para los propietarios de suelo la rentabilidad de los parques de ER es mucho más alta que la rentabilidad agraria. Con estas bases el despliegue que estamos viendo de las ER es similar a la conquista del lejano Oeste. Hay una competencia brutal entre las grandes empresas y para ellas la España vaciada es una gran oportunidad, hay grandes facilidades, materializadas en la libertad de elegir en un amplio territorio que se muestra indefenso. Lo decisivo son las subestaciones del AVE, esta es la planificación. Han empezado por Renedo y luego ocuparán todo el valle.
Pero no olvidemos que la planificación es una función pública, en manos de las administraciones públicas. Pero las administraciones públicas la han entregado a las empresas eléctricas, ya que la energía es considerada un servicio público. De modo que se les entrega la facultad de expropiar, la facultad de instalarse en medio del campo, donde ayer había cultivos. Pero, ¿no es también servicio público cultivar la tierra y producir alimentos? Las instalaciones reciben la consideración de utilidad pública y eso permite a las empresas actuar con enormes privilegios. Pero al mismo tiempo está la libertad de la empresa, que puede vender la energía producida a otro país, por ejemplo, a la VW en Munich, lo que muestra la verdadera naturaleza de la operación, que deja de ser un servicio público para ser un negocio.
En el caso de los agricultores que han arrendado sus tierras a estas empresas no se ha pensado en el futuro. ¿Qué pasará dentro de 40 años? ¿Las empresas actuales van a desmantelar las instalaciones de ER cuando ya no sean rentables? Recordemos el caso de las graveras. Muchas empresas que extraían áridos han desaparecido sin cumplir con sus obligaciones, y han dejado la gravera sin restaurar, con un paisaje horrendo y la típica petición a los ayuntamientos de que intervengan para arreglar el problema, con dinero público. Los costes de desmantelamiento de esas instalaciones de ER, una vez se alcance el final de su vida útil, serán muy caros.
Toma la palabra otra vez Elena Fraile. “Lo que nos mueve –dice- no es que no queramos las ER”. No es que estemos en contra, porque nos ponen esas instalaciones delante de nuestra ventana, o en nuestro patio trasero, pero estaríamos a favor si se lo pusieran a otro delante de su ventana. Estamos a favor de las ER. Pero estamos en contra de cómo se está haciendo. Es importante que se haga bien. Es importante que se fomente el asentamiento de la población en los pueblos, que se aumente la biodiversidad, la resiliencia, y tal y como se están instalando las ER, vemos que no se avanza en el buen camino. Hemos visto que este desastre puede transformarse en una oportunidad, si se hace bien. Necesitamos nuevos puestos de trabajo, y estos parques no los aportan, necesitamos espacios de reforestación, mejorar la agricultura y las actividades productivas en el medio rural.
Con la Iniciativa Popular que llevamos a cabo en Renedo de Esgueva tuvimos una grata sorpresa al ver lo rápidamente que se consiguieron las firmas necesarias de los vecinos. Se dijo que no íbamos a conseguir nada y hemos logrado que las líneas eléctricas se sotierren, la Junta de Castilla y León ya están exigiendo el soterramiento de las líneas, para reducir su impacto en el paisaje. Hemos tenido un apoyo muy grande del pueblo, de todos los partidos. Ha sido muy satisfactorio. Se pone de manifiesto que a veces, razonando, se consiguen muchas cosas.
Por consiguiente: ¡Gracias! Hay que hacer las cosas con la gente, hay que conseguir que sean los propios pueblos los que planifiquen las instalaciones de ER, que sean los municipios los propietarios del suelo de las instalaciones de ER, ocupando espacios sin valor agrícola y no espacios productivos.
A continuación se inició el coloquio, con la intervención de varios de los asistentes, sacando los siguientes temas:
¿Cómo está el tema en España? ¿Se producen estos movimientos en otras regiones? Contesta Helena Sánchez–Reyes diciendo que hay movimientos por todo el territorio nacional. Pero hay pocos juristas, geógrafos, urbanistas. Hay muy pocas personas involucradas. Los políticos se dejan llevar por la urgencia energética. Y la frase que utilizan es que “no se puede hacer de otra manera”.
Son los pueblos muy pequeños, los más despoblados, los que están en mayor peligro. Los más pequeños son los más indefensos, los que se entregan más fácilmente a las exigencias de las empresas. La fórmula perversa es el pueblo más pequeño con la empresa más grande. Los alcaldes se lo dan todo a las empresas, sin saber que pueden modular el asentamiento, fraccionarlo, adaptarlo al medio.
Interviene un agricultor y comenta que la cuestión económica es crucial. Las empresas ofrecen mucho más dinero de lo que renta la agricultura, de lo que un agricultor puede sacar del campo. Y eso sin tener que trabajar.
Interviene un alcalde de un pueblo del valle del Esgueva, comentando que en pueblos con 180 o 200 habitantes no pueden decir que no a las ER. Y además te dan dinero. Lo que habría que hacer es establecer un modelo adecuado de intervención, que fuera respetuoso con el medio.
No se debería aceptar reducir la productividad agrícola para instalar los parques de ER. En Medina del Campo se han colocado instalaciones de ER donde antes se cosechaban patatas.
Están fallando los Estudios de Impacto Ambiental. En Castilla y León se han aprobado dos leyes de Ordenación del Territorio y ninguna de las dos se ha cumplido.
Varios asistentes dan la enhorabuena a las dos ponentes y a la asociación Valle Esgueva por su labor y les animan a que sigan trabajando.
Las energías son limpias, pero son los modos de ocupar el territorio para extraerlas lo que representa una amenaza.