Hay mucho lodo y muy poco decoro

A estas alturas todos sabemos  que en esta ciudad el urbanismo es la madre de todas las batallas, con milicias mercenarias incluidas; y que la testosterona se ha adueñado de las palancas del poder. La exigencia de decencia en lo publico y de responsabilidad por la indecencia es algo a lo que se resisten instituciones políticas  e instituciones judiciales, (si es que no son la misma cosa), partidos y elites económicas. Las componendas del poder son más importantes que el repudio a la ilegalidad y a la falta de ética y estética. Y ahí está  nuestro  siniestro y mágico Plan General de Ordenación Urbana. Crisol del desapego de la gestión publica al Estado de Derecho y de este cáncer de cinismo político  que se expande sin tener, al parecer, un limite ético o moral que lo contenga.

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