Conferencia de Carlos Sánchez-Reyes de Palacio
Se inició la sesión con la presentación del conferenciante por parte de José Luis Sainz Guerra, quien hizo un breve resumen de su currículo, destacando su condición de testigo de su tiempo, como una persona que ha vivido momentos importantes de nuestra historia desde puestos que le han permitido tener una visión más amplia.
El ponente inició su conferencia señalando que el tema principal iba a ser una reflexión sobre la degradación de la política en la España actual. Enumeró algunos ejemplos recientes de la falta de respeto mutuo entre los políticos, los insultos, los exabruptos, las amenazas, los modos de matones que se despliegan en el Parlamento. Comparó estas formas con la etapa inicial de la democracia, cuando prevalecía entre los contendientes políticos el diálogo frente a la confrontación. Realizó una rápida descripción de los últimos años de la Dictadura, los primeros momentos de la Transición, con los acuerdos que dieron lugar a la Constitución. Analizó las causas de la crispación y el uso del improperio, como la forma más rentable y eficaz para desacreditar al oponente político, ante su incapacidad para rebatir con razones sus argumentos. Abordó las consecuencias del sistema electoral español, que da lugar a que los representados no conozcan a sus representantes y viceversa. A que no exista una relación directa entre lo que la gente piensa o siente y lo que les llega a los políticos. Lo que otorga todo el poder a los dirigentes de los partidos, que deciden sobre las listas electorales, no escuchan a sus representados y eliminan el debate interno de los partidos.
Acabada su intervención se realizaron varias preguntas por parte de los asistentes. Una de las intervenciones planteó la cuestión de si es el sistema de representación el que se ha deteriorado y con su mal ejemplo ha deteriorado a la sociedad española, o es esta la que está degradada y ha deteriorado a la política. En la respuesta Carlos Sánchez-Reyes apuntó a que habían desaparecido las ideologías en el debate político. Por ejemplo, era inaceptable decir: “el gobierno es ilegítimo”, como se había oído en el Parlamento, descalificando a sus oponentes sin argumentaciones, y que esos modos venían a deteriorar a las instituciones. Al mismo tiempo, la ciudadanía está siendo formada para que encaje en un puesto de trabajo y no se la forma para que piense por sí misma. El conferenciante finalizó diciendo: “Hay que conseguir formar ciudadanos, con valores, y no solo formar gente para el trabajo”.