El Café España ha cerrado sus puertas, debido a problemas arrendatarios. Aparte de la conmoción que esta noticia me ha producido, supongo que como a muchos amantes de la música en vivo, el JAZZ especialmente, nos obliga a recordar el papel que ha jugado en nuestra ciudad, programando año tras año, desde hace 18 años (con una larga interrupción por las obras de rehabilitación del edificio y local, que también fue objeto de un artículo de quién esto suscribe) actuaciones musicales en vivo, de jazz, y otras músicas como el flamenco, folklore o de autor.
Como la memoria flaquea, he ojeado algunos carpetas donde se amontonan, casi ordenados, programas, recortes y fotos, calendarios, etc., de las actuaciones de jazz en nuestra ciudad, aparte de otras geografías naturalmente, a los que he asistido casi ritualmente, comprobando en estos papeles, la presencia continua, clamorosa, del Café España, comenzando por el 20 de Marzo de 1992, en que tocaba el saxofonista Malik Yacub, emblema de la casa, actuaciones que según tengo entendido comenzaron en Febrero de 1991, es decir me perdí casi un año. Desde entonces, y con independencia de esas islas que representan algunos festivales organizados por la Junta de Castilla y León, La Universidad, el Ayuntamiento, ó Caja España (de indudable interés, ya que evidentemente no se trata aquí de menoscabar su mérito, aparte de hacer un nuevo llamamiento a todos estas instituciones para concentrar sus esfuerzos en un festival de varios días con actuaciones y actos relacionados, es decir una ambientación adecuada, que sería sin duda, un punto de importancia en el ámbito turístico y cultural), el Café España siempre ha estado presente con sus programas mensuales y actuaciones hasta 2 y 3 veces por semana, en un local de características muy adecuadas para esta música, –recuérdese aquel lejano Whisky Jazz o el actual Café Central, ambos de Madrid–, mientras se toma una cerveza, se participa y se comenta entre los temas.
He repasado los distintos formatos de los programas mensuales y los de mesa, presentando a los músicos, y he recordado la presencia y las palabras de Mario (Benso) con los pormenores de cada actuación, y las próximas; el Jazz Gazette, la revista que, a precio testimonial se editaba en el Café, tras la apertura después de las obras. He recordado la imagen de Santi (Serna) tras la barra, oteando el escenario, mesas y público para que todo estuviese en orden, y escuchando al final su opinión sobre el concierto, en la salida, rápida, que son días laborables.
Y claro, sobre todo he repasado los programas de conciertos, –y alguna jam-session–, y los músicos que han pasado todos estos años, y me refiero solamente a los de Jazz ( que el flamenco y otras músicas serán añorados por otros grupos de aficionados), cuya nómina sería muy larga de relacionar, y entre los que destacaría a Lou Bennet, Ravi Coltrane (si, Coltrane!), Tete Montolíu, la cantante Jeanne Lee, (fallecida en el año 2000, que concierto el suyo!) el pianista Horace Parlan, Skiter Brandon, etc… los nacionales Chano Dominguez, Jorge Pardo y los grupos locales de José Luís Gutiérrez, Bluedays ó Zaratán Connetion, … que desde hace tiempo actuaban todos los martes con entrada gratuita y ambiente distendido.
Naturalmente que esto supone un entramado cultural de un valor incalculable, y que una ciudad como Valladolid no debería permitirse el lujo de su desaparición sin más, ya que supone un valor añadido a la programación institucional, con la continuidad y la calidad escénica que ésta no tiene.
En resumen, considero necesario expresar el gran vacío que el cierre del Café España supone para muchos aficionados a la música en vivo en general y al Jazz en particular, así como el reconocimiento a las personas que han hecho posible estos largos años de promoción y programación musical (Santi y Mario, gracias mil), desde la iniciativa privada, y con escasas o nulas ayudas institucionales (que parecen reservadas a grandes y, a veces, ostentosos espacios y acontecimientos), que nos han hecho disfrutar de innumerables y anodinos “días de Jazz y lluvia”, como diría mi paisano, el poeta Antonio Martínez Sarrión, y que esperamos que en este local (que, sin duda por ubicación y características resulta óptimo) o en otro, que pronto pueda encontrarse, ó facilitarse en su caso (concesiones administrativas, etc..) y pueda por tanto volver a programarse música en vivo, especialmente de jazz , que devuelvan la ilusión y emoción a los aficionados de esta Ciudad.